.

.
Las ramas tiritan. Las tiesas ramas crepitan.

jueves, 3 de abril de 2014

EL CANTAR DE ROLDÁN [Anónimo]



CXXVI


Maravillosa y grande es la batalla.
Hieren los francos con sus bruñidas picas.
¡Hubieseis visto tanto dolor,
tantos hombres muertos, heridos, ensangrentados!
Yacen los unos sobre los otros,
vuelta la faz hacia el cielo o contra la tierra.
No pueden resistir tal quebranto los sarracenos:
quiéranlo o no, abandonan el campo.
Y los francos los persiguen con todos sus bríos.


 


CXXVII


El conde Roldán llama a Oliveros y le dice:
“Señor compañero, confesadlo:
el arzobispo es muy cumplido caballero;
no lo hay mejor bajo el firmamento;
bien hiere con la lanza y con la pica.”
“¡Prestémosle, pues, nuestro brazo!” responde Oliveros.
A tales palabras han reanudado el combate los francos.
Los golpes son recios, violento el combate.
Grande es el desamparo de los cristianos.
¡Cuán bello habría sido ver a Roldán
y a Oliveros asestar tajantes mandobles con sus espadas!
El arzobispo lidia con su pica.
Pueden calcularse en cuatro mil
los que hallaron la muerte por ellos,
pues cuenta la Gesta que está escrito
su número en las cartas y los breves.
Resistieron firmemente los cuatro primeros asaltos,
pero el quinto les infligió gran quebranto.
Muchos caballeros franceses perecieron;
sólo quedan sesenta que Dios ha guardado.
Antes de morir, habrán de venderse muy caro.
 


CXXVIII


Contempla el conde Roldán
la gran mortandad de los suyos
y llama a Oliveros, su amigo:
“¡Buen señor, querido compañero, por Dios!,
¿qué os parece? ¡Ved cuántos bravos yacen por tierra!
¡Buen motivo tenemos para apiadarnos
de Francia, la dulce y bella!
¡Cuan desierta quedará, vacía de tales barones!
Ah, rey amigo, ¿por qué no estáis aquí?
¿Qué podríamos hacer, hermano Oliveros?
¿Cómo darle noticias de nosotros?”
Responde Oliveros:
“¿Cómo? No lo sé.
Ello podría dar lugar a que se nos afrentase,
¡y antes prefiero morir!”


 


CXXIX


Roldán dice:
“Tocaré el olifante. Llegará a oídos de Carlos,
que está pasando los puertos.
Os lo juro, retornarán los francos.”
Responde Oliveros:
“¡Fuera para todos vuestros parientes
gran deshonor y oprobio
y pesará sobre ellos esta afrenta durante toda la vida!
Cuando yo os lo aconsejé, nada hicisteis.
Hacedlo ahora, mas no será por indicación mía.
¡No fuera propio de un valiente tocar el cuerno!
¡Ya vuestros dos brazos tenéis cubiertos de sangre!”
“¡Buenos golpes he dado!” dice el conde.
 


CXXX


“¡Dura es nuestra batalla!” dice Roldán.
“Tocaré mi cuerno y el rey Carlos lo escuchará”.
“¡No sería propio de un valiente!” dice Oliveros.
“Cuando yo os lo aconsejé, compañero,
no os dignasteis escucharme.
Si el rey hubiese estado aquí
no sufriéramos quebranto alguno.
Los que ahora yacen no merecen reproche.
Por mis barbas, que si me es dado retornar
junto a Alda, mi gentil hermana,
¡jamás habréis de reposar en sus brazos!”
 


CXXXI


“¿Por qué contra mí volvéis vuestra cólera?” dice Roldán.
Y responde Oliveros:
“Compañero, vuestra es la culpa,
pues valor sensato y locura son dos cosas distintas,
y más vale mesura que soberbia.
Si tantos franceses murieron,
fue por vuestra ligereza.
Nunca más volveremos a servir a Carlos.
Si me hubierais escuchado,
habría retornado mi señor;
la batalla estaría ganada y muerto o prisionero el rey Marsil.
En mala hora, Roldán, contemplamos vuestro denuedo.
Carlos el Grande, que no tendrá su par hasta el juicio final,
no volverá a recibir nuestra ayuda.
Vais a morir y Francia será por ello afrentada.
Hoy toca a su fin nuestro leal compañerismo:
antes de esta noche habremos de separarnos,
y nos será muy duro.”




************
 
Descargar la selección de tiradas: