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Las ramas tiritan. Las tiesas ramas crepitan.

sábado, 8 de marzo de 2014

Los docentes no somos Maradona

 

Marcelo Acevedo

Hace unos días, tuve una entrevista con una madre de la escuela que soy Director. La queja era que “un docente” no ayudaba a su hijo para que apruebe la materia, situación común en esta época del año. Para mi sorpresa en un momento de la charla me increpó lo siguiente: “¿Qué se creen ustedes? ¿Acaso son Maradona?” Luego de meditar unos días aquí va mi respuesta.

Los Docentes no somos Maradona, ese quizá sea el porque de la pérdida de prestigio cotidiano, no le damos alegría a la gente, le hacemos mal, la amargamos, y ni siquiera ganamos una copa mundial. El último informe PISA, así lo demuestra, caímos un montón de posiciones casi exclusivamente por responsabilidad nuestra.

En la semana observé por televisión a una diputada oficialista que decía entre otras cosas que “cada uno debe cobrar de acuerdo a su capacidad y su formación” y que “los docentes deben revisar dónde y cómo han sido formados” cuando el periodista Paulo Vilouta le repreguntó como justificaba su preparación y capacidad para que su sueldo sea seis veces más que el de un maestro contestó: “De mi vida privada no hablo, aquí solo vine para hablar de la problemática educativa”.

Interesante respuesta, llevada seguramente por un “Colectivo Imaginario” equivocado que me lleva a realizar las siguientes reflexiones:

En primer lugar un docente no se forma en un Instituto Terciario, o Universidad (en mi caso ambos), se forma en el día a día, en la lectura de un diario, en la escucha de un programa de radio, buscando alternativas para hacer más accesible su enseñar cotidiano. Ante cada programa nuevo, el que primero da respuestas es el docente, en el nivel secundario las preceptoras asesoran a los padres y alumnos en cuestiones de planes sociales (asignación por hijo y el nuevo PROGRESAR) vacunas, salud, ayuda psicológica, maltrato familiar, etc. Etc. Porque todo se resuelve en la escuela y no en otros ámbitos. En consecuencia la formación docente comienza en un Instituto y continúa permanentemente cada día de cada Ciclo Lectivo.

Claro, tiene que formarse cada día, porque no es como Maradona, un habilidoso de nacimiento…

Un docente no tiene tres meses de vacaciones. Les cuento que en mi escuela se trabajó hasta el 27 de diciembre, y retomamos las actividades el 12 de febrero, con mesas, reinscripciones y todo lo demás. En el camino algunos se dieron cuenta que desaprobaron materias, que recursan el año y otras malas noticias más, en las cuales son los docentes los que contienen a padres y alumnos (últimamente más a los padres que a los alumnos) claro porque eso también es una escuela, el lugar de desahogo de broncas, tristezas, iras y angustias. Allí descarga la sociedad toda su furia y amargura, porque los docentes no son como Maradona que le dan alegría a la gente…

Es mentira que los docentes viven de carpeta médica. En la escuela que dirijo concurren a trabajar casi un centenar de docentes y auxiliares. El nivel de ausentismo pronunciado no llega al 10%. Es mentira que por cada cargo hay cuatro personas trabajando, y los he visto dando sus clases sin voz, con dolores y en muchos casos como en los últimos dos años, sin un peso en el bolsillo, porque por si no lo sabían hay docentes sin cobrar, hay docentes que les deben un año entero de sueldo. La otra discusión que tendríamos que tener es preguntarnos porqué se enferman los docentes, cuáles son los males que padecen y de dónde devienen sus afecciones. Seguramente estas leyendo esto y dirás, que exagerado este señor “se le escapó la tortuga” o “que cabeza de termo” frase que no la aprendiste de un maestro, sino de Maradona…

No es cierto que los docentes trabajan cuatro horas y ganan $10.000, los docentes trabajan muchas más horas para nunca llegar a ganar $10.000. Van de una escuela a otra, en taxi, remis, micro, moto, bicicleta, auto (si no es pecado tener un auto) para poder ganar un sueldo digno. Después de hora preparan clases, corrigen exámenes y trabajos prácticos, organizan salidas educativas y también atienden padres, consuelan padres, y soportan gritos y violencias de padres. Por citar un ejemplo, un docente de educación física tiene por grupo 2 horas reloj por semana, cada vez que su grupo participa en un torneo le demanda al menos 4 a 6 horas fuera de su clase completar todos los trámites administrativos de permisos, autorizaciones, proyectos y presentación de las solicitudes y cada jornada de torneo va desde las 9 de la mañana a las 4 de la tarde. El año pasado entre otros la escuela participó del torneo Ciudad de La Plata, el mismo se desarrolló en dos etapas preliminares y una final. Si contamos los tres días el resultado es que el estado le pagó 6 horas, pero el docente trabajó 33 horas (7 en cada jornada y 4 de cada trámite para cada una de las jornadas). Sabes dónde está su ganancia, en ver como en cada etapa los alumnos se fueron superando y lograron lo que quizá en otro momento fuera impensado. Pero claro, no salió en ningún noticiero deportivo el festejo de los alumnos con el trofeo por el segundo puesto conseguido. No se los entrevistó ni a ellos ni a sus docentes, claro porque no son Maradona (ojo no tengo nada con Diego) ni el Indio Solari, ni la Princesita, ni Doman (el mediático de turno). No es una reflexión resentida, ni tampoco tengo nada contra esta gente, pero me pregunto: ¿Qué debe hacer un docente para ser respetado? ¿Usar un cuello ortopédico y confesar que padece culebrilla? ¿Bailar sin ropas en un caño? ¿Insultarse sistemáticamente y denigrarse con sus colegas?

Sin dudas nuestro país está sumido en una crisis de valores, y la educación no escapa a dicha crisis. Ayer la Sra. Presidente (esta es la forma correcta señora) en su discurso dijo que cada año comenzar las clases “son un parto” sin dudas alguien no le comentó Sra. Presidente que para muchos docentes cada día ir a trabajar “es un parto”, pero aún así no ponen mala cara, lo hacen con esfuerzo, con dedicación, con valor y con dolor. Y saben algo más, los docentes no son Maradona, son mejor, porque hacen magia cada día para enseñar en aulas sin las condiciones apropiadas, la mayoría tiene tizas y borradores en sus bolsos y portafolios que las pagan de su propio bolsillo. Sacan mágicamente fotocopias para trabajar en clase que en muchos casos también las pagan ellos para que todos puedan participar. Y saben algo más, le dan muchas alegrías a los alumnos, ya que también pasamos momentos felices, la única diferencia es que no hay testigos, ni cámaras que lo retraten. Quién de nosotros no pasó sus mejores momentos en una escuela, quién de nosotros no aprendió lo que es el compañerismo, la complicidad, la solidaridad, y cuantas cosas más en una escuela.

Cada docente, de los que conozco y me enorgullezco de llamarlos “compañeros” se juegan un mundial en cada Ciclo Lectivo, se juegan una final entre la vocación y la realidad y pelean por escaparle al “Descenso de la mediocridad establecida por el político de turno”. Cada docente levanta una copa, cuando un egresado o ex alumno lo reconoce en la calle o en el supermercado y no le pide un autógrafo, pero le comenta “el porqué” lo recuerda. Seguramente pensarán que remataré estas reflexiones con la famosa frase: “Docente se nace…” pero no, por lo que veo cada día, en cada jornada y a cada momento, les puedo asegurar que docente es una elección cotidiana que se sostiene con esfuerzo y dedicación, soportando desprecio en muchos casos, pero no lo van a conseguir, seguiremos defendiendo la educación, seguiremos enseñando a pensar y seguiremos acompañando a cada niño, adolescente y joven en su formación en esta vida. Porque es lo que elegimos y algún día Dios hará justicia con todos y cada uno de los docentes, porque a su hijo Jesús también lo llamaron MAESTRO.

Cuatro horas por día

Héctor Rey Leyes

He escuchado a algunos funcionarios, y a algunos periodistas amigos de los funcionarios, volver con aquello de que los docentes trabajan cuatro horas, de lunes a viernes y solamente nueve meses al año, para invalidar las luchas por la mejora en los salarios. Y de ahí deducen que, aunque es cierto que nuestros sueldos son bajos, también nuestra profesión es descansada. Y eso me ha llevado a preguntar por qué quienes opinan así no se han incorporado también a la docencia, ya que, siendo tan descansada, podrían hacer otras cosas al mismo tiempo. Pero sería interesante que lo intentaran, aunque para ello deberían contar con el título docente respectivo. Un detalle, nomás. Después deberían inscribirse en listas hechas al efecto y esperar que los llamen de alguna escuela o colegio, listas que se hacen sobre la base de los puntajes que cada aspirante debe exhibir, eso si algún acomodado político no les gana el lugar; pero eso no ocurre tan a menudo. Posiblemente los llamen de varios colegios y deban andar a los saltos para llegar de uno a otro, para redondear el sueldito a fin de mes; pero son solamente cuatro horas, de lunes a viernes, solamente nueve meses al año. Así, podrán tener cuarenta o cincuenta alumnos todos los días, en todas las aulas, podrán preparar las clases cuando estén cómodamente en sus casas, preparar las planificaciones, diseñar las evaluaciones, corregirlas también en sus casas, tomar exámenes tanto en verano como en invierno, y si sus alumnos no tienen éxito, posiblemente les echen la culpa a ustedes, pero son detalles… Luego podrán asistir a reuniones de personal y a reuniones de padres, en las que les pedirán cuentas por las bajas notas de sus hijos; posiblemente escuchen palabras algo airadas, y algunas referencias a sus familias, pero no sucede tan seguido. Por las dudas, hablen a cierta distancia por si algún desubicado les quiere pegar. Detalles, nomás…Y si en sus escuelas hay violencia, algunos fuman porros y otros van chupados, ustedes podrán recibir asistencia de equipos técnicos que les explicarán cómo deben hacer para poner la cara y explicarle eso a los padres quienes acusarán a la escuela de no contenerlos, y a ustedes de meterse en la vida ajena. Pero siempre a cierta distancia, uno nunca sabe… Además podrán organizar actos escolares, excursiones, actos de fin de año, clubes de teatro, organizar una radio escolar, asistir a los actos oficiales, y cada tanto, tener un plantón de varias horas bajo el sol para desfilar con sus alumnos, y podrán saludar sonrientes a las autoridades, que tomarán mate bajo los palcos. No se olviden de sonreír; hay que ser educados. También tendrán oportunidad de recibir capacitaciones con evaluaciones, podrán comprar todos los libros que quieran, asistir a cursos, hacer posgrados arancelados, y todo eso engrosará sus currículos, que les servirán para que alguna vez los inviten a dar alguna charla por ahí. Podrán atender un comedor escolar, hacer beneficios para refaccionar el edificio escolar, denunciar a la policía cuando les roben todo, cuidar de que haya siempre electricidad y que no falte el gas., no vaya a ser que haga calor o frío y los padres se enojen porque sus hijos sufren en su escuela. También podrán disfrutar del paisaje si tienen que hacer dedo en las rutas, para ahorrar en pasajes cuando sus escuelas queden lejos. Pero eso es irrelevante, son algunos miles, nomás. Pero el 11 de septiembre les regalarán flores, habrá algunas lágrimas emocionadas, y eso hará olvidar todos los escasos sinsabores que pueden haber tendido. De todos modos, habrán trabajado poco. Apenas cuatro horas, de lunes a viernes, y solamente nueve meses en el año. Qué cosa, ¿no?