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Las ramas tiritan. Las tiesas ramas crepitan.

miércoles, 24 de abril de 2013

Historia de panfleto que le agarró olor a canela cuando cambiaron de frasco el alicante por el tema de los gorgojos (contra el cáncer y la algorritimidad)

 

Querida elite de apañolados. Estas son palabras que necesito escribir para no morir de incontinencia verbal. O de triglicerimia consuetudinaria. Supongo que las fauces canónicas de los hombres exabruptodícticos me precundan –que es como decir me preceden- pero los ignoritos. Este, sin ir más lejos del cuarto mes del año dosmiltrece, ya se ha convertido en el más complicadísimo período de mi existencia letrística. No he atravesado antes momentos culminantes como el que hoy, pero lo he similares, aunque con soda bien. Quién dice que no. El Baroque D minor violín de Vivaldi me mueve las hebras del mundo. He pensado de otras maneras, bastantes y sonantes, hoy mi nudo en la barriga argumenta otros devenires, intuyo que quizá o mañana, o nunca, como diría papito napolitain. El flaco, flaquísimo, qué sonidos te mandastes! El punto es éste, bien que me ha dado el teatro. Bien, gracias.

Teatro, amigo, qué te hiciste y que me hiciste, dónde vienes y de dónde vas, moví la copa a la derecha, pensé, abuelo decía he venido a mover y dar marcha a la fanfarria, o algo por el estilo. Uno trata de hollar, de ahí que huelle o no huelle va pito que flauta, ¿qué corno lo mueve a uno el molde de la pata?

Dejo a mi mano sugerir porque son instantes decididores. Gracias teatro, decía, firmo una separación, por la presente, de meses indefinidos. Si no lo comprenden, pregúntenle a mi dedo gordo, que no entiende qué macanada le estoy haciendo cuando flota en el aire. Porque el teatro es eso, es una burbuja inconstante a quien no le hace mella ni el más toro ni el más pavo. Uno se nace o hace. El teatro me fue, digamos, es una espina dorsal. Las palizas se soportan aunque no por toneladas, y si el mundo lo sugiere peripatológico, lo hacemos. Yo paleo tú apaleas él patalea. Por ese lado va con los jefes, y bueno, es de algún modo un reventarse también, aunque de la podredumbre metodológica y cognitiva, es un decir basta, mambolín, esta noche quiero la beer mas don’t opaitéma.

No sé si me explico, no es lo que persigo, de última, es un mete y daca sin fréntesis. Encontré maneras y milmaneras de exfoliarme los sinsabores pero el procedimiento me detritus-un-poquea, digo yo, ¿tanto rompeseso y no vas a dar un ápice de tu goteo? Bueno, así está el mundo, porque los gordos no convidan y yo me sentí un rato de esa estirpe. Es un asco, dentro de todo: el sapo es lo que macanea. Érase una vez, ¿está?

Cantemos.

Los rifles no responden en el salón, no podía bailar el gordo, ¿está?

Decía que es una etapa cima, es como llegar al Aconcagua top bottom y meterle la vomitada medio flauneur. Por ese lado, pienso en Sartre, y en muchacho oscar éste que lo dibujó al borde de la mesa con el vértigo de la existencia. Viva la pipa, Sartre! Semillitas de girasol.

Así que rodás panza abajo, porque la onda no es remolcar, hombro va, la piedrota, la onda es que no te soportás el peso de la cáscara, mi mente ya está sola con la noche, mi mente ya entendió por qué está sola, porque mi espíritu se fue (sos inacabable, flaco!). Y llegás a la cima, y se te cae el mascarón de proa. Qué había, un enjuto conocedor de la nadie, y qué hacía, un tándem micromisterioso de tonteras y solapamientos cuantificados, y para qué, para alimentar la macanada del bruto freudiano.

En el fondo los hombres en general deben estar movidos por el aliento del narcisín pelotero. Por eso el bambino encorvado cruza el patio y la galaxia, toma la butaca en el abismo de la marmota, mira, la nariz remontada hacia el olimpo, a ver si el conferencista le diche gracha, papacho, me cambiaste la vida, y le da un beso en la sien, como quien carga una liviana contra el menudito luna.

¡Y no, macho! Así no se cambia el mundo, cambiate de corbata, jipón, ponete la jeta en un vaso de carcajas y comete el terruño con ambaý embebido en miel de oso marino. La garganta no se hizo para gritar ni para el emperifuelle taladro, se hizo para la melódica, ¿está?

Se hizo para la melódica.

Villalbarrojas.abrilveinticuatrodosmiltrece

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Horacio Pelayo

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